El pasado día 6 de enero, la Muy Ilustre y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Caído y María Santísima de la Esperanza, coincidiendo con la celebración de la Epifanía del Señor y de la conmemoración de la Pascua Militar, cumplió cien años de su fundación.
Soy de la opinión de que la historia de los pueblos no la escriben exclusivamente los acontecimientos que a día a día nos depara, sino además, trayectorias muy puntuales de algunos movimientos asociativos, bien sean laicos, religiosos o de cualquier otra índole. Tener presente el pasado es fundamental para labrar nuestro futuro.
La historia se hace paso a paso, senda a senda. Los hechos ocurren, a veces, inesperadamente y luego, las personas, los cuentan con más o menos magnificencia. Así, una y otra vez, pero resulta admirable conocer los pasos anteriores a nosotros y la forma en que se dieron. Y el esfuerzo realizado.
Cuando el espacio y las posibilidades lo permitan iremos entrando en detalle de los acontecimientos más importantes surgidos en el ámbito de esta Cofradía, que fue fundada como ya queda constancia al principio el 6 de enero de 1916 como lo atestigua el libro de actas que se conserva (parafraseando a Francisco de Quevedo y Villegas cuando oía decir a su madre “hablen letras y callen canas”), y quedó erigida canónicamente en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. Su primer presidente fue el abogado Diego de Elola y Osorio, un hombre piadoso, natural de Valdepeñas que nació en 1889 y falleció en 1952. En marzo de 2000, por acuerdo plenario le fue dedicada la calle del Buensuceso, en donde vivió y murió.
La primera Junta de Gobierno, junto al ya mencionado presidente la compusieron Manuel Cruz Merlo, Aresio Viveros López-Tello, Carmelo Madrid Sánchez-Trillo, Domingo Ruiz de León, Juan Antonio Gómez Cornejo Carrasco, Emilio Galán López-Tello, Emilio Jalón Muñoz, Clemente López de Lerma, Manuel Bárcenas, Antonio María Vasco Santamaría y como capellán Ricardo Calso Moraleda.
Uno de los primeros acuerdos adoptados fue encargar el paso titular de Nuestro Padre Jesús Caído, que fue realizado por el imaginero valenciano José de Tena, copia exacta de la que se venera en Murcia, obra de Salzillo. El importe de la compra ascendió a 3.140 pesetas. Salió en procesión a partir del Viernes Santo 6 de abril del año 1917 y fue portado por 24 hombres que recibieron a razón de 2 pesetas cada uno. Entonces se procesionaba a las 9,30 de la mañana.
COCINA DE CARIDAD
Precisamente en 1917 fue nombrado presidente Félix Gutiérrez, que además renovó la junta directiva. Se contribuyó al mantenimiento de una cocina de caridad, como así mismo se entregó un donativo de 30 pesetas a las Hermanitas de la Caridad para que pudieran ofrecer comida a los pobres el día de Viernes Santo. Al fallecer a finales de ese mismo año Félix Gutiérrez, ocupó la presidencia Ciriaco Palacios.
Se adoptaron entre otros, los acuerdos de confeccionar una bandera bordada en oro y un estandarte, este último para que asistiera a los entierros de los hermanos.
Hay que decir antes de continuar, que la túnica por aquel entonces era de terciopelo morado (género inglés), capirote del mismo color y un fajín ancho en tonos blancos. En principio se complementaba con un escapulario blanco, que luego sería sustituido por una capa o capillo. Hasta dos túnicas primitivas forman parte del patrimonio de esta Cofradía tras la donación que de la misma hizo en el año 2000 el cofrade Juan José Redondo Prieto (+), y en 2015 la familia del que fuera directivo Juan Francisco Jiménez Sánchez.
En el año 1919 fueron aprobados los estatutos y fue nombrado presidente Agustín Nocedal Molina. Se acordó adquirir una imagen de San Juan para la ermita de San José y que según fotografías de la época acompañó al desfile procesional durante varios años. Según esas mismas fotografías, la procesión la conformaban las imágenes de San Juan Evangelista, Ecce Homo, Nuestro Padre Jesús con la Cruz a Cuestas, Nuestro Padre Jesús Caído, la Verónica y Nuestra Señora de la Soledad.
En el año 1922 fue nombrado presidente Manuel Caro-Patón Merlo, que fue sustituido al año siguiente por Alfonso Caminero Merlo.
A las imágenes antes citadas se les unió la del Cristo del Perdón (paso de Cristo en el Calvario con Santa María Magdalena a sus pies). Según atestigua el investigador Francisco Fernández Fernández, fue costeada por Vicente Caminero, con la idea de que fuera a ser venerado en la futura capilla –hoy parroquia- de Santa María Magdalena, circunstancia que luego no se pudo llevar a cabo, por lo que era custodiada en su domicilio desde el que era trasladada cada año a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, paso que finalmente sería destruido.
En 1928 vuelve a ser nombrado presidente Agustín Nocedal Molina, que estuvo al frente de la misma hasta marzo de 1932, año en el que fue nombrado Lorenzo Medina Rodríguez.
Narra “El Eco de Valdepeñas”, que a las diez de la mañana salió de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción el famoso paso de Jesús Caído, copia del escultor de la Escuela Murciana, Salzillo, recorriendo las calles de Sebastián Bermejo, Cervantes, Seis de Junio, Pí y Margall y Plaza de la República, entrando en la parroquia poco después de la una del mediodía.
En la fotografía, Jesús Caído en la entonces plaza de la República, regresando a la parroquia de la Asunción tras la procesión. El paso está a la altura de la puerta conocida como la de los catecúmenos.
Texto: Ángel López Sánchez (Secretario General)
Foto: Archivo de la Cofradía