Corresponde en este caso comentar esta fotografía de finales de la década de los años setenta. Se trata de la magnífica talla de nuestra cotitular, María Santísima de la Esperanza, que sirvió de portada a la revista que editó esta Cofradía en el año 1981.
Observamos el paso de la Virgen de la Esperanza por la plaza de Veracruz. Si nos detenemos un poco en la foto, vemos que el edifico de la espalda está en construcción (lo ocupó durante mucho tiempo el establecimiento Madeco en su parte baja). Lógicamente la torre de pisos de la Veracruz ya había sido construida años antes.
El ornato floral es el de la época, gladiolos blancos y contamos hasta 10 claveles rojos. No sabemos si tendría algún significado más allá del propio exorno. El trono se le ve algo deteriorado. Detrás va una mujer tocada de mantilla.
Recordar que la imagen de María Santísima de la Esperanza fue realizada por el famoso escultor Faustino Sanz Herranz, en sus estudios de la madrileña calle de García de Paredes. Hablamos del año 1967.
Se trata de una rica talla de madera completa (pino de Soria), representada con una sencillez que de por sí la hace sublime. Vestido tallado tipo hebreo, es decir, túnica amplia ceñida a la cintura por estrecha correa y manto igualmente a la usanza judía, exenta de adornos, convirtiéndola en una imagen de belleza singular y muy expresiva en la situación de sus manos. Sobre su cabeza una modesta corona tipo diadema.
Aunque no se ha podido recuperar la factura, directivos de la época atestiguan que pudo suponer un desembolso a nuestra Cofradía de entre 50.000 a 70.000 pesetas. Hoy día está valorada por especialistas en alrededor de 12 millones de pesetas. (Utilizamos la misma moneda en un caso y en otro).
Aprovechando que la Virgen de la Esperanza y más concreto esta fotografía fue -como ha quedado escrito- portada del libro de Semana Santa de 1981, para extraer parte de un artículo del desaparecido Director de Radio Juventud de Valdepeñas, Matías Sánchez-Carrasco Calabria (+). Por su interés destacamos estos párrafos:
“He recordado, mientras la bruma del sueño se distiende y la realidad se hace diáfana, esa escalera de acceso a los modestos de Radio Juventud, porque fue una mañana de Viernes Santo cuando un grupo de jóvenes la poblaron. Porque fue entonces cuando una representación de ellos expuso, mientras los otros esperaban, su propósito de llenar un vacío en el mediodía del Viernes Santo valdepeñero”.
“Los allí, en la escalera, acodados a la barandilla. Los allí presentes en los locales de la propia emisora estaban dispuestos a que ese mediodía del Viernes Santo tuviera vibración de juventud en torno a un desfile que languidecía en medio de la indiferencia. No cabían todos, pero todos estaban animados del mismo espíritu. Eran el símbolo anticipado, la unión de corazón a corazón, de cordón a cordón que después les uniría para una continuidad sin quiebras”.
“Perdonad si incurro en error. Creo que fue al año siguiente cuando la ilusión de entonces se hizo carne, y túnica, y hachón y capa, cuando las calles del itinerario se hicieron río en la calma dorada del mediodía, río humano del más ancho cauce en la calle Ancha. Y en los márgenes, escoltando a las túnicas moradas de las imágenes de Cristo navegantes sobre hombros jóvenes, a los otros colores del vestido y las flores de la Verónica y más tarde con la Virgen de la Esperanza, en el verde y blanco de sus cofrades”.
Termina diciendo: “Tuvo ya el mediodía del viernes Santo en Valdepeñas otro color, otros colores, tuvo color joven”.
Texto: Ángel López Sánchez (Secretario General)
Foto: Navarrete